martes, 3 de noviembre de 2015

¿Por qué vemos una cara de la Luna?

¿Sabías que siempre vemos la misma cara de la Luna?


Todas las noches, cuando hay Luna, la vemos ahí, suspendida en el espacio, mirándonos como lo hacemos nosotros a ella y siempre mostrando la misma cara. ¿No os resulta extraño? Si la Luna tiene forma casi esférica, ¿por qué no podemos ver cualquiera de sus partes?

La respuesta la tenemos en los movimientos de traslación y rotación. No os preocupéis, que vamos a aclararlo.

Hablemos de nuestro planeta. La Tierra, como todo planeta del sistema solar, posee un movimiento de traslación mediante el cual se va desplazando alrededor del Sol describiendo lo que se llama una órbita que tiene forma de elipse (forma ovalada). Lo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del Sol son 365 días, ¿os suena el dato? Efectivamente, es el período que nosotros llamamos un año. Gracias a este movimiento (y a la inclinación que posee el planeta con respecto a un eje imaginario que pase por los polos) se justifican las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno. En cada una de ellas, los rayos solares inciden sobre la superficie terrestre de una forma característica, ofreciendo mayor o menor temperatura según el ángulo con el que llegan a ella (este tema lo dejaremos para otro artículo).

Pero la Tierra también posee otro movimiento simultáneo al de traslación, y es el que denominamos movimiento de rotación. Esto quiere decir que el planeta va girando sobre sí mismo como si fuera una peonza y en sentido contrario a las agujas del reloj. El tiempo que tarda en dar una vuelta completa sobre sí misma es lo que conocemos como un día (24 horas). Hasta aquí, todo bien.

Hablemos de nuestro satélite, la Luna. Al igual que la Tierra, la Luna posee los dos mismos movimientos: traslación alrededor de la Tierra (el tiempo que tarda en dar una vuelta completa alrededor de ella es de 28 días) y rotación sobre su propio eje (el tiempo que tarda en dar una vuelta sobre sí misma es de 28 días también). Por tanto, al ser ambos tiempos iguales, la Luna siempre ofrece la misma cara hacia la Tierra y por eso vemos la misma imagen cuando la miramos. Imagínate que estas en el patio del recreo del cole y juegas a enganchar por un extremo una cuerda. Tu te quedas en un extremo agarrándola y en la otra punta está un compañero de juegos que la estira y comienza a dar vueltas alrededor tuya sin soltarla, siempre mirándote. Cuando haya completado una vuelta a tu alrededor, también habrá completado una vuelta sobre sí mismo. Eso si, dependiendo de la fase en que se encuentre la Luna la veremos completa (luna llena), disminuyendo (cuarto menguante), aumentando (cuarto creciente) o totalmente oscura (luna nueva).

Así que, Pequeños Alquimistas, cuando miréis a la Luna pensad que siempre nos está mirando con la misma cara, iluminando las noches y vigilando nuestros sueños. ¿Ya lo habéis hecho?

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