jueves, 22 de octubre de 2015

¿Por qué me aburro?

Son las cinco de la tarde y estoy muy aburrido. No quiero jugar con mis muñecos, ni tampoco quiero leer, Me gustaría ver la tele pero mis padres no me dejan porque dicen que veo demasiada. Me aburro.

(Imagen: Mafalda)
¿Os suena? A veces, llega uno o varios momentos del día en que nos aburrimos. Y la pregunta es ¿por qué? ¿Cómo es posible que, con tantas cosas como se pueden hacer, no me interese ninguna y, además, estoy aburrido?

Durante la jornada, siempre tenemos múltiples cosas que hacer desde que nos levantamos: ordenar la habitación, hacer la cama, desayunar, preparar la mochila, ir al colegio, hablar con los amigos, hacer los deberes... Estamos muy ocupados. Pero nuestro cuerpo necesita un rato de desconexión y hay que relajarse. Es como si ya no pudiera más y necesitara un descanso. Por eso, aunque tengamos delante todo tipo de cosas atrayentes por hacer, en ese momento no nos apetece nada o, simplemente, no sabemos qué actividad realizar porque no puedes elegir. ¡Qué complicado!

(Forges)
¿Y esto es malo? Bueno, depende desde el punto de vista que se mire. Si nos ponemos en el lugar de los padres y madres, resulta bastante agotador puesto que hay que luchar contra la actitud fácil que es dejar que el niño o niña se ponga a ver la televisión o encienda su videojuego (¡no tengo ganas de complicarme la vida!) o, por el contrario, conseguir que sea capaz de escoger alguna de las ofertas que les plantean: léete un libro, dibuja, haz ese puzzle que tienes abandonado desde que hiciste que te lo regalara la abuela... Todo eso es luchar con todo en contra.

Pero, desde el punto de vista del niño o niña, el aburrimiento le resulta desconcertante. Aunque no todo está perdido. Precisamente, por lo que hemos dicho antes, es un momento en el que cuerpo y mente necesitan descansar para poder retomar las cosas con energía, y es en ese instante cuando puede venir la creatividad. Cuando la mente está relajada, puede abrirse a nuevas posibilidades e ideas. No podemos aplicar el refrán "cuando el diablo se aburre con el rabo mata moscas", sino todo lo contrario. Después de este descansito, nuestros Pequeños Alquimistas pueden desarrollar nuevas inquietudes que le llevan a crear cosas magníficas.

Y ese derroche de creatividad es el que hay que intentar encaminar hacia una satisfacción máxima, tanto para él como para los que le rodean, participando en la medida de lo posible. La necesidad propia de los niños por descubrir nuevas cosas le pueden llevar a investigar terrenos que, hasta ese momento, no estaban previstos y, a lo mejor, podemos tener un científico en potencia (me lo llevo a mi terreno, claro, aunque también puede ser un gran escritor, deportista, pensador...). Todo puede estar relacionado. Asi que, ya sabéis. A veces, aburrirse no es tan malo... Sólo a veces.

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