Imagino que ayer veríais la Luna con un tamaño tan grande y brillante que impresionaba, ¿a que si? Eso que han llamado "superluna" realmente es la imagen de la Luna de siempre solo que más cerca de lo habitual. Y es que ya sabéis que nuestro satélite rodea la Tierra en una órbita que no es redonda, por lo que hay ocasiones en las que parece más grande que otras. Eso es por la posición con respecto a nuestro planeta.
Pero, lo que probablemente no veríais fue el eclipse lunar que tuvo lugar, ya que fue de madrugada y a esas horas los Pequeños Alquimistas deben encontrarse durmiendo y soñando con los angelitos. ¿En qué consiste un eclipse? Vamos a ver si podemos explicarlo de forma sencilla.
Imaginaos que estáis en una habitación oscura y encendéis una linterna. Imaginemos que iluminamos con ella una de esas pelotitas de plástico que habitualmente están rondando por vuestra habitación. ¿Ya lo tenemos? Deja la linterna quieta mientras enfocas a la pelota. Se ve bien, ¿a que si?
Ahora coge un trocito de plastilina de la que aún queda por alguno de tus cajones de materiales y haz una bolita con ella. Luego, ve a la cocina y coge un palillo de dientes y le clavas en una punta la bolita de plasti. ¿Ya la tienes? ¡Vamos a hacer un eclipse!
Pon el "pinchito" de plastilina que has hecho entre la linterna y la pelota y verás cómo la sombra que produce puede ser capaz de taparla. Esta sombra será mayor o menor dependiendo de la posición a la que pongas la "banderilla" de plastilina. En el caso del eclipse lunar de anoche, la plastilina fue la Tierra que se puso en medio de los rayos del Sol que iluminaban la Luna. A medida que nuestro planeta va ocupando esa zona, la sombra va oscureciendo la Luna hasta que la tapa totalmente.
Además, anoche sucedió un fenómeno que es bastante raro (¡el próximo ocurrirá en el año 2033!) y es que, durante el eclipse, la superficie de la Luna tomará un color rojizo. Esto ocurre porque la masa gaseosa que rodea a la Tierra, la atmósfera, funciona como una lente y separa los colores de los rayos solares, dejando pasar el color rojo que es el que colorea nuestro satélite. Tan sólo un detalle más: cuánto más contaminada esté nuestra atmósfera, más rojiza se verá la superficie lunar. Podrá ser algo bonito, pero a costa de algo un poco triste, ¿no creéis?
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